En “El Timón”, hemos visto de todo, desde clientes que insisten en que las ostras les susurran secretos, hasta mariachis que juran que el aguachile les da poder vocal. Pero nada, y repito, ¡nada!, nos había preparado para lo que ocurrió la semana pasada con Pancho, el pulpo más astuto que jamás haya puesto tentáculos en nuestra cocina.
Era una tarde como cualquier otra. La brisa del mar acariciaba las palmeras, y el olor a ajo y mantequilla llenaba el aire. Todo parecía estar en su lugar hasta que Jorge, nuestro chef estrella, abrió la nevera para sacar a Pancho, el pulpo que estaba destinado a convertirse en nuestro famoso “Pulpo a las Brasas”. Pero, para sorpresa de todos, Pancho no estaba donde lo habíamos dejado.
Primero pensamos que quizá Jorge estaba perdiendo la cabeza (no sería la primera vez), pero tras una búsqueda intensiva entre las verduras, los mariscos y el último rincón de la cocina, quedó claro que Pancho había decidido tomar el asunto en sus propios tentáculos. ¡El pulpo había desaparecido!
La noticia del escape de Pancho se propagó más rápido que el rumor de que damos cervezas gratis (por cierto, no lo damos). En minutos, todo el personal estaba involucrado en la búsqueda. Había quienes aseguraban haberlo visto moviéndose sigilosamente por el pasillo hacia la terraza, mientras que otros juraban que lo vieron tomar el sol en la barra de cócteles.
Finalmente, lo encontramos… pero no donde esperábamos. Pancho estaba cómodamente enrollado en una silla de la terraza, mirando al mar como si estuviera disfrutando de sus últimos momentos de libertad. Parecía un turista más, meditando sobre la vida y el destino, probablemente pensando en lo injusto que era que los pulpos no pudieran pedir una margarita.
Nos tomó un rato convencer a Pancho de que regresara a la cocina, y lo hicimos prometiéndole una despedida digna: asado a la perfección y servido con la mejor guarnición. Pancho aceptó su destino con la dignidad de un verdadero caballero del mar, y desde entonces, su historia se ha convertido en leyenda en “El Timón”.
Así que, la próxima vez que disfrutes de nuestro “Pulpo a las Brasas”, recuerda que estás comiendo a un auténtico escapista, un pulpo que casi logra lo imposible: ser el primer pulpo en “El Timón” que prefirió ver el mar desde la terraza que desde el plato.